A mis amigos de las Casas vizcaínas
de Osa, Badiola e Iriondo.
el brioso Cantábrico ha puesto el paseo empapado.
Con su agua la costa acomete de aqueste lado
A manotazos fuertes; su lengua las rocas rasca
como látigo furioso vapuleando la costa vasca;
está pugnando, desde sus fondos, el mar desatado.
Vascongadas señorial, tierras y selvas hidalgas,
el Cantábrico semental se ayuntó con Vizcaya
y, de la coyunda, fecundó pueblos sobre las algas:
Caseríos, caracolas, alumbráronse en la raya
de la tierra con el mar: ¡Oh, barco, que cabalgas
las olas cántabras... por España, siempre Vizcaya!
© Manuel Fernández Espinosa,
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